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Un virus que desnuda. Por Ezequiel López, Coordinador del grupo WONCA sobre Salud de los Trabajadores.

El COVID-19 se caracteriza por presentar síntomas leves, como dolor de garganta, tos y fiebre. La enfermedad puede ser más grave en algunas personas y provocar neumonía o dificultades respiratorias, e incluso
la muerte.
Pero además de todo eso, ese virus te desnuda.
Porque uno de todos los efectos que tiene el tristemente célebre Coronavirus, es su capacidad para desnudar todo lo que toca.
Este virus es capaz de desnudar la desesperación del sistema de salud cuando tiene una emergencia,
cuando el pánico nos invade ante una situación desconocida y no sabemos qué hacer. No es casualidad que
aquellos países que ya habían pasado por eventos similares fueron algunos de los que mejor respondieron a
esta pandemia. Y no es casualidad que aquellos países que mejor respondieron a esta situación hayan sido
los que apostaron más a medidas de atención primaria de la salud que a la adquisición de respiradores.
Los sanitaristas nos han enseñado durante años acerca de esa extraña comunidad donde ocurrían grandes cantidades de accidentes automovilísticos en la curva de un acantilado y la solución que encontraron fue
hacer un hospital en la base del acantilado donde caían los autos, en lugar de poner un guardrail o baranda
de contención arriba, en la curva del acantilado. El Coronavirus desnuda que nadie los escuchó, y la actualidad nos encuentra construyendo hospitales en cada hueco de cada barrio en lugar de implementar medidas
de testeo, prevención y atención primaria que han sido eficaces “guardrails comunitarios”, en los países que
los han utilizado.
Desnudó a todos los sistemas de salud, y ha sido especialmente virulento en este sentido. Y los desnuda
tan completamente, que permite ver para que fueron diseñados, para que están pensados y preparados, qué
es lo que pueden y no pueden hacer. Todas sus limitaciones quedan a la vista en cuestión de días. Identifica
como nadie, cuales son sistemas y cuales tan solo limosnas.
Ha desnudado a la educación, o mejor dicho la falta de ella. De la misma manera que lo hace con el sistema de salud, nos permite ver para que fueron pensados, y paradójicamente hoy nos muestran que no ha
habido mucho pensamiento en su confección. Nos muestra que contamos con una serie de medidas y recomendaciones para enviarle a una parte de la población que no comprende lo que le decimos.
Despiadadamente ha desnudado a la economía. Ha desnudado incluso a los bancos. Los desnudó un
poco más todavía, mostrando cómo son sus actitudes, mostrando egoísmos y falta de solidaridad y planificación. Negada a comprender que puede perder, la economía en algunos lugares, se presenta aletargada y torpe
para esgrimir respuestas a una situación inédita.
Desnudó a algunos gremios que se olvidaron de los demás, que se olvidaron lo de siempre, de dar antes
de recibir. Quedan expuestos, todo un striptease, como siempre.
Ha desnudado a una parte de la sociedad que aplaude médicos durante la noche y a otra que los espanta
durante el día. Ha desnudado a una parte de la sociedad que nos ha regalado a los médicos los elementos de
protección personal que nos faltan. Desnuda la solidaridad. La necesidad de las relaciones personales, de los
afectos, de la familia y del amor. De valorar lo que tenemos y lo que no necesitamos.
Incluso es capaz de desnudar a la cuarentena misma, la cual ha demostrado tener tan poca equidad como
muchas de las cosas que suceden dentro del ecosistema sanitario, demostrando que no todas las sociedades
resisten o están hechas para una medida de este tipo. El conurbano bonaerense no está hecho a pruebas de
cuarentenas, apenas soporta la realidad.

Desnuda a las asociaciones médicas, algunas prontas para las preguntas y respuestas y algunas lentas
de reflejos.
Necesitamos reflejos ágiles como los de Ramón Carrillo, primer ministro de salud de la Argentina, cuando sentenció “Frente a las enfermedades que genera la miseria, frente a la tristeza, la angustia y el infortunio
social de los pueblos, los microbios, como causas de enfermedad, son unas pobres causas”.
Este microbio se ha encargado de mostrarnos las grandes causas inmediatamente. Aun así, no debemos
desfallecer en el intento, al decir de otro sabio como Rudolf Virchow, la herramienta para combatir desde los
microbios hasta las enfermedades sociales también tiene un potencial sistémico, es la medicina misma, porque ¨La medicina es ciencia social, y la política no es otra cosa que medicina en gran escala.”
La política también nos depara algunas sorpresas, tan nuevo y tan desnudador ha resultado este pobre
microbio que hasta los políticos empiezan a quedar en evidencia al hablar en radio y televisión porque nunca
pensaron excusas y monólogos para algo así. Pobres, ya no saben qué decir, la anosmia que produce el virus
no les permite olfatear qué es lo políticamente correcto para agregar a sus repetidos discursos, ni siquiera atinan a bajarse los sueldos. Este microbio evidentemente los conoce a todos. Incluso, como esas volteretas del
destino, dignas del cine, el Coronavirus se ha encargado de llevar al hospital y mostrarles quien es, a aquellos
mandatarios que se encargaban de defenestrarlo en algunos países.
Desnuda lo mejor y lo peor de cada sociedad. Iguala a toda la sociedad como la mayoría de las enfermedades, e intenta devolvernos más humanos.
Nos desnuda a todos y nos deja frente a un espejo que saca afuera todo lo bueno y todo lo malo que tenemos. El espejo más potente, el espejo de la realidad.

 

Documento disponible en :https://drive.google.com/file/d/1tZ63U-C817aAjDMX0x_lJWqLRGAZzjHj/view?usp=sharing