En el Volumen 18 Número 2 de nuestra revista, se publicó una Carta a la Editora titulada “Es hora de cambiar el logo de las sociedades de medicina familiar”. En la misma, se argumentaba que el logo de nuestra Federación, al igual que en otras asociaciones similares a nivel regional e internacional, representaba exclusivamente a la familia “tradicional”, “tipo” o “nuclear”, lo que de alguna manera invisibilizaba las diversas estructuras familiares existentes y minimizaba la importancia del contexto y la comunidad en el análisis y en el cuidado de la salud de las personas; características fundamentales y que distinguen nuestra actividad profesional cotidiana.
Con frecuencia, reconocemos en nuestras prácticas la paradoja entre las transformaciones sociales, los avances en las evidencias científicas y las acciones y decisiones que finalmente adoptamos. No es novedad la dificultad que conlleva el abandonar prácticas que han demostrado ser innecesarias o incluso perjudiciales. En este contexto, surgen también nuevos desafíos culturales y sociales. Entre los más recientes y destacados, encontramos el reclamo y reconocimiento de derechos obtenidos por movimientos feministas, así como los logrados por la comunidad LGTBIQ+, respaldados por diferentes actores sociales, que impulsan la adaptación y revisión de muchas de nuestras recomendaciones, acciones y perspectivas.
Dada la importancia del entorno en el que las personas desarrollan sus vidas y su evidente relación con el proceso salud - enfermedad – atención, junto con la complejidad de definir este sistema abierto al que llamamos familia, se hacía imperativo revisar críticamente ese logo que ya gozaba de más de veinte años de antigüedad. Su simbología no se limita a una simple imagen, sino que identifica y diferencia a los médicos y médicas que han optado por esta especialidad, genera un reconocimiento por parte de quienes serán usuarios de los servicios que se ofrecen e incluso puede llegar a transmitir valores propios de la organización.
Por tanto, durante el proceso de diseño del nuevo logo, se tuvieron en cuenta varios elementos con el propósito de comunicar un mensaje más pertinente e integrador. En primer lugar, se consideró la importancia de representar a toda Argentina, la cual se simbolizó con personas unidas en comunidad, sin alusión a alguna estructura familiar determinada, pintadas con diferentes colores que expresan diversidad, formando en conjunto la silueta del mapa del país. Además, se incorporó un elemento distintivo del quehacer médico, a saber, un estetoscopio en las siglas de la Federación.
Este tipo de situaciones invitan a reflexionar sobre la importancia de saber escuchar las voces indicadas, a recordar que las transformaciones son inevitables y que las certezas no son más que simples anhelos; que es necesario revisarse permanentemente en las prácticas y en las distintas formas de comunicar y que el gran desafío consiste en aprender a dirigir estos cambios hacia rumbos que nos permitan cada vez ser más constructivos, mejores profesionales y sujetos.
Mg. Lisandro Utz
Editor Ejecutivo
“Nada es permanente a excepción del cambio”
“Porque sin fuerzas de colisión no hay movimientos y no hay realidad”
Heráclito de Éfeso (540 a.C. - 480 a.C.)
EDITORIAL
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