Autor: Humberto Jure1

1- Profesor de Medicina Familiar de la Universidad Nacional del Nordeste, Profesor Adjunto en la Universidad Nacional de Villa María y en la Universidad Nacional de Córdoba. Ex presidente de FAMFYG.

Editor Asociado de Revista Archivos de Medicina Familiar y General.

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La Medicina Familiar y general en el contexto de pandemia COVID-19

La pandemia de COVID-19 ha producido en estos meses, muchas pérdidas dolorosas, en las personas, en las familias y en sus comunidades. Algunos daños son muy evidentes, concretos y definitivos, otros mucho más sutiles, aunque igualmente devastadores. La incertidumbre frente a lo desconocido, produjo abatimiento, desolación, bronca e impotencia. Nos robó el deseo de salir y compartir, de querer jugar, de poder hacer planes a futuro. Tuvimos que dejar de lado aquellos proyectos que muchas veces idealizamos y que como sabemos, quizás nunca se realizarían, pero que nos alimentaban el deseo y le daban esa tan necesaria tranquilidad al alma.

Como oportunamente afirmó el reconocido filósofo y sociólogo alemán Habermas, en declaraciones al diario alemán Kölner Stadt-Anzeiger: “nunca habíamos sabido tanto de nuestra ignorancia, ni sobre la presión de actuar en medio de la inseguridad, como ahora, ante la crisis del coronavirus1. Resulta incuestionable que en el campo de las ciencias biomédicas, lo que desconocemos es infinitamente superior a aquello que creemos saber. Y este aspecto tan controversial, se comprueba en este momento de búsqueda desesperada de una vacuna eficaz contra el COVID-19, que no sabemos cuándo y cómo va a estar disponible, y en consecuencia, cuándo podremos controlar o desaparecerá la epidemia.

La Sputnik V se constituyó el pasado 11 de agosto en la primera vacuna oficialmente registrada en el mundo por un gobierno y según los resultados publicados en la revista británica The Lancet, genera anticuerpos adecuados y no provoca incidentes secundarios adversos2. El presidente de Argentina, Alberto Fernández, anunció la compra de 25 millones de dosis de la vacuna rusa para su país.

Mientras llega la vacuna, todos nos sentimos en mayor o menor medida amenazados por el fantasma del posible contagio, de la dificultad respiratoria y de la muerte. Según Habermas, “Ahora la inseguridad existencial es global y simultánea y está incluso en la cabeza los individuos conectados a las redes de comunicación. Cada individuo aislado es informado de los riesgos de la pandemia, porque para luchar contra ella, el autoaislamiento del individuo es la variable más importante en consideración de los sistemas sanitarios saturados1.

Esta situación global de emergencia, es una clara consecuencia de la profunda degradación ecológica causada por la ambición desmedida del hombre, de las empresas que buscan exclusivamente el lucro material, de la deforestación indiscriminada de los bosques nativos y las selvas, de la expansión de monocultivos como el de la soja o la excesiva urbanización y concentración de población en grandes ciudades del mundo entero.

Si bien el día 11 de marzo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró esta situación como una Pandemia3, un importante grupo de especialistas de renombre internacional afirman que la categoría más adecuada para definirla sería la de Sindemia4. Este es un concepto que fue acuñado en la década del 90 por el médico estadounidense Merrill Singer, para explicar una situación en la que “dos o más enfermedades interactúan de forma tal que causan un daño mayor que la mera suma de estas dos enfermedades”.

Efectivamente, vemos que en el caso del COVID-19, existe un índice desproporcionado de resultados adversos en torno a las Enfermedades Crónicas no Transmisibles, particularmente en comunidades empobrecidas, de bajos ingresos y en minorías étnicas. The Lancet recupera esta idea, en una publicación de finales del mes de septiembre, en el artículo titulado ”Covid-19 is not a pandemic” , donde advierte que en el caso del Coronavirus no se trata de una pandemia, sino precisamente de una sindemia, y que la diferente perspectiva para abordarlo es de fundamental importancia para su contención mundial. Además señala que se está adoptando un enfoque demasiado estrecho para manejar la situación, ya que el SARS-CoV-2 interactúa con enfermedades no transmisibles como la diabetes, los problemas cardiovasculares, el cáncer, las enfermedades respiratorias crónicas, situación que se agrava en un contexto de vulnerabilidad social y ambiental.

Por un lado vemos que, la intromisión indiscriminada del ser humano en la naturaleza, sin ningún respeto, produce la destrucción de los hábitats de miles de virus en animales y en plantas, que se trasladan hacia otros animales y hacia el ser humano De esta manera la zoonosis y la transferencia zoonótica son conceptos que a partir de ahora, serán parte de nuestro vocabulario cotidiano.

Por el otro observamos la agregación de enfermedades en un contexto de disparidad económica, que exacerba los efectos adversos de cada enfermedad por separado. El impacto de esta interacción está además facilitado por condiciones sociales y ambientales que favorecen el desarrollo y proliferación de enfermedades o hacen que la población, especialmente aquellas de menores ingresos, sea más vulnerable.

Además la inseguridad no sólo se refiere a la lucha contra la pandemia en sí, sino también a las consecuencias económicas y sociales que son impredecibles. Es por eso que como dice el Sociólogo Daniel Feierstein el gran desafío sería el de enfrentar en nuestra comunidad, la negación y la proyección, dos importantes mecanismos de defensa psíquica que operan a nivel colectivo. En definitiva, nadie quiere aceptar la posibilidad de su muerte o la de sus seres queridos.

En el caso de COVID-19, atacar las Enfermedades Crónicas no Transmisibles será un requisito previo para una contención exitosa. Lo referido nos conduce a replantearnos las cuestiones fundamentales de nuestra existencia y a descubrir que no hay mayor valor que la vida humana, nuestra vida, la de nuestra familia y la de toda la comunidad. Este tiempo, es tiempo de reflexión y de conversión ecológica, tiempo de decidir qué tipo de Casa Común queremos para el futuro.

Como dice Fratelli Tutti5, la reciente carta encíclica del Papa Francisco sobre la fraternidad: “La política no debe someterse a la economía y la economía no debe someterse a los dictámenes y al paradigma eficientista de la tecnocracia” y afirma también: “El diálogo que necesita ser enriquecido e iluminado por razones, por argumentos racionales, por variedad de perspectivas, por aportes de diversos saberes y puntos de vista, y que no excluye la convicción de que es posible llegar a algunas verdades elementales que deben y deberán ser siempre sostenidas”.

Una perspectiva integrada, desde la Salud Colectiva, que propicie el abordaje interdisciplinario e intersectorial y que incluya la participación activa de cada ciudadano como sujeto de derecho, podría ser una salida adecuada a la naturaleza Sindemica, que requiere de un enfoque más integral si queremos proteger la salud y la calidad de vida de nuestras comunidades.

Humberto Jure

Bibliografía

1- Schwering, Markus. Jürgen Habermas über Corona: So viel Wissen über unser Nichtwissen gab es noch nie“. Kölner Stadt-Anzeiger. 10 de 04 de 2020.

2- Balakrishnan, Vijay Shankar .The arrival of Sputnik V. 2020, The Lancet.

3- OMS. La OMS caracteriza a COVID-19 como una pandemia. Ginebra : s.n., 2020.

4- Horton, Richard.Offline: COVID-19 is not a pandemic. 26 de Septiembre de 2020, The Lancet.

5- Papa Francisco. FRATELLI TUTTI DEL SANTO PADRE FRANCISCO SOBRE LA FRATERNIDAD Y LA AMISTAD SOCIAL. Roma : s.n., 2020.

ARTÍCULO DE REFLEXIÓN

JURE, H.

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