Sólo soy un ama de casa

4

I’m just a housewife

Autores: Antacle, Alberto Antonio 1; Cabello Latife, Nancy Yasmin1; Cabeza, Matias Alejandro1; Erbetta, Franco1; Ferro, María Victoria1; Fitzsimons, Melisa Alejandra1; García Pinto, Sofía1; Ghidara, Eleonora Natalia1; Luque, María Eugenia1;Melhen, Cecilia María1; Sal, Jessica Natalia1; Valdez Donelli, Melissa1; Yanicelli, María Julia

Afiliaciones:

1. Construir Salud – OSPeCon Tucumán

Contacto: Antacle, Alberto Antonio – Médico de familia – albertoantacle@hotmail.com

Recibido: 21/04/2020.

Aceptado: 31/08/2020.

RESUMEN

El objetivo de este trabajo fue describir y profundizar la vivencia de las mujeres en su rol como amas de casa (AC). Es un estudio cualitativo, fenomenológico con mirada etnográfica. Se realizaron veinte entrevistas semiestructuradas analizadas en profundidad, familigramas y ecomapas, a AC de 29 y 61 años seleccionadas en forma intencional y por conveniencia en una población rural y otra urbana. Ama de casa y nada más: Las AC están pendientes de aquellos que las rodean, “sos maestra, cocinera, costurera, un montón de cosas…”. Aunque su dedicación es de tiempo completo, su relato finaliza con “(…) nada más (…)”. Nunca termina: Un día de las AC resulta agotador, “siempre hay cosas para hacer”. ¿Atrapadas sin salida?: El tiempo libre es gestionado de diferente manera. Algunas no cuentan con este momento por la dificultad que tienen para delegar tareas, “sin mí no son nada”. Quisiera ser…: varias no pudieron proyectarse más allá del día a día, otras expresaron sentimientos de resignación y algunas se vieron esperanzadas en realizar nuevas actividades. “La que no puede enfermarse soy yo”: Nadie las sustituye en su trabajo, remarcando tener que estar 100 % disponibles para sus familias. “Se dice de mi”: Se sienten valoradas por su familia, no socialmente, haciendo referencia al machismo predominante, “los hombres creen que es muy fácil”. Es un trabajo invisible que se valora cuando está ausente. Creemos que, como Médicos de Familia podemos intervenir brindando un refuerzo positivo en cada consulta, empoderándolas, reconociendo que su trabajo es importante y valioso.

PALABRAS CLAVE: Zona rural, zona urbana, investigación cualitativa.

ABSTRACT

The objective of this research was to describe and deepen into the experience of women in their role as housewives (HW). It is a qualitative, phenomenological research with an ethnographic view, based on 20 semi-structured interviews analyzed in depth, with family genograms and ecomaps, from HW between 29 and 61 years old, selected intentionally and for convenience, on a rural and a urban scenary. Housewife and nothing else: The HWs are aware of those around them, “you’re a teacher, cooker, seamstress, a lot of things ...”. Although their dedication is full time, their story ends with “(...) nothing else (...)”. It never ends: A HW’s day is exhausting, “there’re always things to do.” Caught with no way out?: Free time is managed in different ways. Some do not have this moment, because of the difficulty to delegate tasks, “without me they’re nothing”. I would like to be ...: many of them could not project beyond their rutine, others expressed feelings of resignation and some were hopeful at performing new activities. “The only one who can’t get sick is me”: No one substitutes them in their work, they have to be a 100% available for their families. “It’s said of me”: They feel valued by their families, not socially, referring to the predominant machismo, “men believe it’s very easy.” It’s an invisible work that’s valued when it’s absent. We believe that, as Family Physicians, we can intervene by providing positive reinforcement in each consultation, empowering them, recognizing that their work is important and valuable.

KEYWORDS: Rural areas, urban areas, qualitative research.

ARTÍCULO ORIGINAL - EXPERIENCIA

INTRODUCCIÓN

La Real Academia Española define como ama de casa: “toda mujer que tiene como ocupación principal el hogar, dedicándose a tareas domésticas”.

El trabajo doméstico es el conjunto de actividades del hogar que están dirigidas a la satisfacción de necesidades de primer orden de los miembros de la familia, y a las que se les ha atribuido socioculturalmente el carácter de obligatorias y gratuitas.

A decir de Durán, implica cuatro tipos de actividades: de reproducción (embarazo, parto, lactancia), de ejecución (manipulación de objetos para su utilidad como bienes y servicios), de gestión (trámites, pagos, relaciones con instituciones), y de socialización y afectivas. En ocasiones estas se llevan a cabo simultáneamente, por lo que es un trabajo complejo y también continuo, pues no se acaba.1

El trabajo de las mujeres en el hogar no ha sido reconocido como verdadero trabajo hasta hace muy poco. El tiempo y las actividades no remuneradas de la ama de casa han pasado desapercibidas, invisibles, en los análisis económicos, ya que no eran reconocidos como merecedores de ser analizados.2

Esta tendencia general de considerar a las mujeres como económicamente inactivas se encuadra en una cultura que se ha transmitido y recibido tanto en el ámbito familiar, como en el institucional. Ambas modalidades de educación –informal y formal, respectivamente– han ido transmitiendo la diferenciación de tareas y el reparto de ambos tipos de trabajo según el sexo: para los hombres el productivo, el que se realiza en el ámbito de lo público, el que tiene valor de cambio, el que es cuantificable como beneficio económico; y para las mujeres el reproductivo, el que se realiza en el espacio doméstico, el que sólo tiene valor de uso y es, por lo tanto, no cuantificable como beneficio económico y, en consecuencia, tiende a pasar desapercibido.3

El trabajo de la mujer ama de casa ha sido socialmente construido como su responsabilidad personal, y su identidad pasa por las formas específicas del trabajo doméstico que realice. Este trabajo se manifiesta a través de nueve elementos centrales: 1) no son remuneradas; 2) son de jornada interminable; 3) implican multiplicidad de tareas; 4) son rígidas, en el sentido de que están sujetas a las necesidades de los miembros de la familia; 5) requieren de muy poca capacitación para su desempeño; 6) permiten poca autonomía, pues la libertad de acción y de pensamiento dependen de las necesidades de otros; 7) representan indefensión, ya que las mujeres que las realizan se enfrentan a riesgos físicos, enfermedades, conflictos familiares, y no existe un contrato que cubra la satisfacción de los servicios que atiendan necesidades de estos tipos; 8) son invisibles, pues su desempeño no es reconocido como trabajo, son obligatorias y muchas veces no son aceptadas socialmente; y 9) son de tipo individual y aislado.2

El ámbito rural no es ajeno a esta forma de ver a las mujeres, ya que su rol como verdaderas productoras no es reconocido, y queda relegado, al menos socialmente, a sus tareas en el hogar. Algunos estereotipos que se pueden evidenciar en la zona rural con respecto al rol de las mujeres en este, son: ‘la mujer no trabaja, “ayuda” con la huerta, las cabras, el corral, etc.’; ‘“ella no trabaja, es ama de casa”’; ‘está preparada “naturalmente” para ocuparse de la casa, los hijos, la comida, los enfermos y los ancianos’; “las mujeres son suaves y sensibles por eso saben cuidar de la familia”. Como resultado de estos estereotipos, el rol de la mujer rural tampoco es valorado económicamente.4

Según la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del primer trimestre de 2017, las amas de casa son aproximadamente 1.842.598 mujeres, un 25 % del total son económicamente inactivas, entre las que se encuentran jubiladas, pensionadas y estudiantes. Las mujeres amas de casa tienen un promedio de 39 años (38,63). Un 20 % se encuentra entre los 13 y 25 años, un 55 % entre los 26 y 50, un 21 % entre 51 y 60 y el 4 % restante es mayor de 60 años.5-6

Por todo lo anteriormente mencionado nos parece fundamental conocer la vivencia de las mujeres en su rol de amas de casa dentro de su entorno sociocultural, y desde esta perspectiva observar si existen diferencias entre las amas de casa que viven en una zona rural con respecto a las que viven en una zona urbana, para poder acompañarlas como médicos de familia teniendo en cuenta su contexto.

Objetivo General:

Describir y profundizar la vivencia de las mujeres de una población urbana y rural en su rol como amas de casa en el periodo entre junio y julio del año 2019.

Objetivos Específicos:

Conocer la representación social que las amas de casa tienen de su trabajo.

Averiguar cómo perciben el valor que el entorno da a su labor.

Caracterizar la vivencia de las amas de casa de acuerdo a su contexto sociocultural.

Material y método:

Se realizó un estudio cualitativo desde un abordaje fenomenológico con una mirada etnográfica para conocer las representaciones sociales de las mujeres entrevistadas.

Universo de estudio:

La unidad de estudio estuvo conformada por mujeres de entre 29 y 61 años cuya principal actividad fuera la de ser ama de casa, y que convivieran al menos con una persona. Las mujeres eran pertenecientes a dos poblaciones diferentes de la provincia de Tucumán, una rural (Carancho Pozo, Leales) y una urbana (Yerba Buena).

Técnica de muestreo:

Se realizó un muestreo intencional y por conveniencia; se buscó informantes claves a los que se accedió a través de un padrino informal, en una zona rural y otra urbana de Tucumán.

Técnica de recolección de datos:

Se realizaron entrevistas semiestructuradas en profundidad, individuales, hasta la saturación de los datos. Las entrevistas tuvieron como característica la utilización de preguntas abiertas y de contraste. Estas fueron audiograbadas.

Como herramientas complementarias para describir el contexto sociocultural que rodea a la persona entrevistada, se utilizaron:

- Familiograma: Desarrollado por Murray Bowen (terapeuta familiar sistémico) en 1978. Representación gráfica de la estructura familiar en un momento determinado. Presenta dos componentes: uno estructural, que representa la arquitectura familiar, número de integrantes, sexo, edades, fallecidos, enfermedades, factores de riesgo y situación laboral; y otro funcional, que representa la relación entre los miembros de la familia.

- Ecomapa: Instrumento que permite identificar las interrelaciones de la persona con el ambiente y el contexto sociocultural en el que se desenvuelve. Da información sobre la red extrafamiliar de recursos. Se constituye de una ayuda visual para la comprensión del entorno en el que se desarrolla la vida de esta persona.

Análisis de los datos:

El análisis de los datos se realizó siguiendo los pasos de la Teoría Fundamentada, a partir de la transcripción y análisis de las entrevistas y su comparación constante, hasta obtener la hipótesis heurística.

La Teoría Fundamentada fue desarrollada en la década del 60 por Glasser y Strauss como método de investigación cualitativa. Su base epistemológica es la generación de hipótesis y teorías que se sustenten directamente en los datos obtenidos del discurso de los propios productores de los mismos, es decir, de los sujetos que participan de la investigación. El método de análisis que proponen Glasser y Strauss se basa en la lectura y relectura de los textos obtenidos de las entrevistas, a lo que sigue la codificación hasta la saturación teórica y la generación de categorías de orden creciente hasta la obtención de la hipótesis heurística (Vasilachis de Gialdino, 2009).

CONSIDERACIONES ÉTICAS

Se solicitó a los participantes su autorización para audiograbar las entrevistas con previa explicación sobre la finalidad del estudio, y se garantizó la confidencialidad de los datos brindados. La participación fue libre y voluntaria.

El protocolo de esta investigación fue visado por un comité de ética.

FUENTE DE FINANCIAMIENTO Y CONFLICTOS DE INTERÉS

La presente investigación no recibió financiamiento externo alguno, asimismo los investigadores declararon expresamente no presentar objeción moral ni conflicto de interés en la presente.

ESCENARIO

Las entrevistas se llevaron a cabo en el hogar de cada ama de casa. Se destinó un espacio concreto para la realización de estas en el que pudo garantizarse la privacidad y un clima de confianza.

Escenario Rural (Carancho Pozo, Leales – Tucumán)

Carancho Pozo es un pueblo de aproximadamente 700 habitantes, situado en el departamento Leales, a 56 km de la ciudad capital. Este pueblo tiene las características de una zona rural, cuya principal actividad es la agricultura. La mayoría de las viviendas son simples y se ubican en el centro de grandes terrenos cuyos fondos cuentan con corrales llenos de distintos animales, además de huertas que cada familia mantiene. El orden y la limpieza son algo a destacar, en especial teniendo en cuenta que los pisos y las calles son de tierra. Estas familias cuentan con los mismos servicios públicos presentes en los centros urbanos, tales como recolección de basura, agua potable de red y servicio eléctrico, pero a diferencia de estos, los niños juegan en las veredas, las casas no tienen rejas, y se respira una gran sensación de seguridad y tranquilidad.

Los jóvenes suelen emigrar en busca de trabajos, generalmente temporales, en fincas aledañas (en el caso de los hombres) o como empleadas domésticas (en el caso de las mujeres). Las mujeres mayores quedan en casa al cuidado de sus hijos, nietos y del hogar, además realizan todo lo que implica la tarea doméstica de campo como cuidar y alimentar a los animales o hacer el pan.

Contamos con un padrino informal que trabaja en el CAPS Carancho Pozo, quien nos presentó en las casas de nuestros entrevistados, donde fuimos recibidos cálidamente, con buena predisposición para realizar la tarea que les propusimos.

Al analizar los familiogramas concluimos que gran parte de las familias de este escenario son nucleares, encontrándose de forma equivalente en etapa de extensión y contracción. Analizando los ecomapas, notamos que la mayoría tenía su red de contención principal en la familia nuclear, destacándose la escasa relación social con otras personas de su comunidad, refirieron además relación distante con el servicio de salud y los otros sectores de recreación cultural con los que disponen. Algunas refirieron realizar otra actividad fuera de su labor de ama de casa, entre ellas andar en bicicleta, coser, amasar y maquillar.

Escenario Urbano (Yerba Buena - Tucumán)

El departamento de Yerba Buena cuenta con una población de 75.076 habitantes (censo 2010, INDEC). Este departamento cuenta con zonas socioculturalmente muy dispares.

Se entrevistó a un informante clave que trabaja en el Centro Municipal Ramón Carrillo quien nos comentó que su área de responsabilidad cuenta con un centro cultural que al parecer no tiene mucho movimiento; también hay una biblioteca y diez plazas en buen estado.

Nuestras entrevistas fueron realizadas en Barrio “El Tipal, Km 12 y medio”, el Barrio “Apunt” y el “Barrio 13” a familias de nivel socioeconómico medio-bajo. Las casas que visitamos eran de material, algunas muy precarias, y en muchas de ellas se vivían situaciones de hacinamiento o terrenos compartidos por distintos integrantes de las mismas familias. En contraste con lo observado en la zona rural, nos llamó la atención la falta de higiene y el desorden de algunas de las viviendas en las que nos permitieron el acceso. En varios casos nos atendieron a través de una ventana o una puerta a medio abrir, posiblemente por la inseguridad que se vive en esta zona.

Contamos con un padrino informal perteneciente al Centro Municipal de Salud quien nos presentó a las familias para realizar las entrevistas. En general no se mostraban predispuestas, debido a que se encontraban apuradas refiriendo estar ocupadas en tareas del hogar; con el correr del tiempo la confianza fue creciendo, tornándose en un clima de confort, lo que llevó a que el diálogo fuera más fluido, y de esta forma logramos concluir de manera satisfactoria nuestras entrevistas.

Al analizar los familiogramas concluimos que gran parte de las familias son nucleares, encontrándose la mayoría con hijos en edad escolar y adolescentes.

En los ecomapas, notamos que muchas tenían su red de contención principal en la familia nuclear y sus familiares, destacándose la escasa relación social con otras personas de su entorno. Refirieron relación indiferente con el servicio de salud, y en general relación distante con la iglesia. A diferencia del rural notamos una mayor diversidad de actividades fuera del hogar, como: realización de deportes, ayudar al marido en su negocio, tejer, jugar a la lotería, actividades de panadería, ir al gimnasio, etc.

HALLAZGOS DEL TRABAJO DE CAMPO

Se realizó la lectura de los textos obtenidos por transcripción de las entrevistas realizadas a las amas de casa, con la posterior codificación de los datos primarios, verificando la saturación de estos. Se obtuvieron categorías descriptivas, como lo propone la teoría fundamentada. Entre estas encontramos:

AMA DE CASA Y NADA MÁS…

Un ama de casa se define como la persona que se dedica principalmente a las tareas domésticas, como coinciden la mayoría de las mujeres en su relato: “hacer las cosas de la casa, dedicarme a mis hijos… la limpieza, lavar, cocinar, todas esas cosas…” (37 años, urbano). En ambos escenarios perciben que su labor es un trabajo como cualquier otro, “nosotras también trabajamos igual que todas las personas” (40 años, rural), “para mí la ama de casa es como cualquier otra persona, porque trabaja igual que los demás” (31 años, urbano).

La misión de la mujer en la vida y sobre todo en el hogar, la obliga a ser una pequeña enciclopedia, y aunque no posea todos los conocimientos, procura estar al pendiente de todos aquellos que la rodean (C. Luengo). De este modo, encontramos relatos coincidentes como “ser psicóloga también de los chicos, ayudarlos un poco… son muchas etapas y uno tiene que contenerlos a cómo van a su ritmo” (30 años, urbano), “tratás de que sean lo mejor… Sos maestra a la misma vez, porque tenés que enseñarles, te volvés cocinera, repostera, costurera, un montón de cosas…” (31 años, urbano). Ellas están atentas al más mínimo detalle, saben cómo hacer más con menos y si se presenta algún problema saben solucionarlo.

Las amas de casa pasan todo el día, o la mayoría de él, dedicándose a actividades domésticas y al cuidado de los otros, tarea que en el escenario rural expresan con orgullo: “Sí me gusta ser ama de casa y como madre tratando de llevar todo adelante, dando la mejor educación a mis hijos” (44 años, rural), mientras que en el escenario urbano predomina el sentimiento de sobrecarga, “y, yo trabajo 24 horas los 365 días del año… no tengo feriados, no tengo paritarias, no tengo vacaciones, no tengo nada… no tengo un gremio… nada ni nadie que me defienda…” (44 años, urbano), notándose en su discurso que su prioridad está centrada en su familia, postergando sus propias necesidades: “Yo si me tengo que comprar algo, tengo que decir que de las zapatillas me está saliendo el dedo para comprarme… primero tengo que ver por ellos” (44 años, urbano), “no tengo tiempo ni para ir al médico” (57 años, urbano).

Este resulta ser un rol sobre el cual recae todo tipo de responsabilidades, tiene desafíos como cualquier otro, y contiene un sinnúmero de funciones que deben realizarse día a día. Algunas expresan que disfrutan de su actividad diaria “yo hago las cosas bien, contenta” (60 años, urbano), mientras que otras lo viven con un sentimiento de resignación “y, ya es la vida que llevo yo” (57 años, urbano), u obligación “no es que me gusta…. es lo que uno tiene que hacer” (47 años, rural).

A pesar de que todas reconocen que las labores del ama de casa son muchas y requieren una dedicación de tiempo completo, su relato casi siempre finaliza con un “…nada más…”, minimizando su tarea, similar a lo descripto por Casas y Sallé, quienes refieren que son las propias mujeres las que consideran al quehacer doméstico como una de las profesiones con menor prestigio social.7

NUNCA SE TERMINA

En el campo o en la ciudad, un día de la ama de casa resulta “agotador” (57 años, urbano), pasan muchas horas del día dedicadas a diferentes actividades, “siempre hay cosas para hacer” (41 años, rural), “siempre hay tarea en la casa, todos los días” (58 años, rural), “todo el día a las corridas” (32 años, urbano).

La mayoría de estas mujeres inician su día muy temprano, “me levanto a las siete”, y luego su jornada transcurre de forma rutinaria “tengo que llevar a los chicos a la escuela… vuelvo y me pongo a acomodar, a limpiar” (22 años, rural), “la vida cotidiana de uno de todos los días” (44 años, rural), “y al otro día sucesivamente lo mismo” (37 años, urbano), “nunca se termina” (31 años, urbano). Pareciera que la hora de descansar nunca llega, “siempre soy la primera en levantarme y la última en acostarme” (37 años, urbano).

¿ATRAPADAS SIN SALIDA?

Según la socióloga francesa Christine Chevallier, el tiempo libre es un conjunto de ocupaciones a las que el individuo puede entregarse de manera completamente voluntaria tras haberse liberado de sus obligaciones profesionales, familiares y sociales, para descansar, divertirse y relajarse.

Si bien encontramos que algunas mujeres eran capaces de generarse su propio tiempo libre, “voy al gimnasio 3 o 4 veces a la semana” (35 años, urbano), “veo mi novela, ya saben ellos, no me molesten… Es mi hora… porque tengo derecho” (40 años, rural), se ha notado con más fuerza la idea de sentirse “atrapadas” en las tareas domésticas “siempre hay algo para hacer... no tengo tiempo” (41 años, rural), “para dedicarme un tiempo tendría que dejarlos de atender a ellos” (44 años; urbano). En general estas mujeres son aquellas que se dedican al cuidado de niños en edad preescolar, etapa de gran demanda. Quizás esto también esté relacionado con la dificultad que las amas de casa tienen a la hora de delegar las tareas, “sin mí no son nada” (31 años; urbano) y “¿qué puede hacer el padre?... ¿los hijos a quién buscan? a la madre” (35 años; urbano); ya que desde tiempos inmemoriales se considera que la ama de casa es quien debe encargarse de mantener el equilibrio en el hogar, no solo cocinando, limpiando o comprando artículos necesarios, sino conociendo en detalle todo lo relacionado con la casa.

QUISIERA SER…

Al momento de indagar los proyectos que estas mujeres tenían pendientes y aquellos que quisieran retomar, surgieron diferentes relatos. Algunas no pudieron proyectarse más allá del día a día expresando: “no me imagino haciendo otra cosa” (32 años; urbano); denotando el peso de la tradición familiar, “no sé qué podría ser… así ha sido mi abuela y seguimos toda la cadena de familia” (60 años; urbano). Otras expresaron sentimientos de resignación al dejar de lado sus planes por diferentes circunstancias, “tuve mi hijo a los 19 años y ya para mí era un compromiso mi hijo… no hice lo que a mí me gustaba, pero bueno, así es la vida” (40 años, rural), “me hubiese gustado terminar la escuela” (27 años, rural).

En contraparte hay quienes se vieron esperanzadas con la idea de realizar nuevas actividades en un futuro, “mi proyecto es, por ejemplo, poner un microemprendimiento, algo que tenga que ver con la comida, la costura, son cosas que me gustan” (37 años; urbano).

Además, la distancia y la reducida accesibilidad, consecuencia de un limitado transporte público, jugó un papel fundamental con las amas de casa de Carancho Pozo dificultando la realización de actividades fuera del hogar, “para ir a la ciudad hay que buscar el medio… quisiera ir a un lugar donde pueda aprender más” (47 años, rural).

“LA QUE NO PUEDE ENFERMARSE SOY YO”

Al interesarnos por conocer si creían que su tarea estaba afectando su salud, la mayoría de las amas de casa del escenario rural manifestaron que no se sentían afectadas. Consideramos que esto se debe a que su tarea está más naturalizada; además, el contexto incluye actividades que no giran únicamente en torno al cuidado de los hijos, sino que las combinan con la cría de animales o cultivo de las huertas. Asimismo, cuentan con un entorno familiar cercano, que sirve de apoyo en el día a día, ya que comparten los terrenos entre familias, ubicándose las casas en un mismo lote con espacios en común. Lo que se percibe en cuanto a las dinámicas relacionales es que son permeables, con una interacción social permanente, los vecinos entre ellos se saludan y se conocen, los hijos visitan y ayudan a sus padres en sus labores diarios. Se vive un clima de seguridad y bienestar.

En contraste, las mujeres del escenario urbano expresaron que el deber de ama de casa claramente impacta en su salud física, “anoche no he dormido del dolor de brazos, me siento cansada, cansada, cansada” (57 años; urbano), pero principalmente en su salud emocional, “los hijos a una le quitan toda la energía, le absorben la psiquis… a mí me altera… eso me lleva a un estrés” (44 años; urbano), “psicológicamente terminás cansada y cuando ellos se pelean mucho como que te dan ganas de llorar, terrible porque no sabés qué hacer” (29 años; urbano). Cabe resaltar que el desarrollo urbano lleva a que las mujeres amas de casa estén más aisladas en su labor, ya que cada uno está inmerso “en su propio mundo”, y a pesar de vivir varias familias en lugares cercanos, los lazos sociales son más distantes.

Sin embargo, lo que más nos llamó la atención es que en ambos escenarios expresaron que: “la que no puede estar enferma soy yo… si yo me enfermo ¿quién los atiende?… me puedo estar cayendo del dolor de cabeza, pero a mis hijos yo los tengo que atender lo mismo” (40 años, rural), denotando que para las amas de casa enfermarse no es una posibilidad y nadie las sustituye en su trabajo, remarcando el deber de tener que estar 100 % disponibles para sus familias.

“SE DICE DE MI”

En ambos contextos la mayoría de las amas de casa expresaron sentirse valoradas por su núcleo familiar puesto que, al estar en contacto con las personas que se benefician de su esfuerzo, encuentran sentido a su quehacer. “es lindo cuando a veces dicen ‘están ricas las cosas, cocinás rico’…” (37 años; urbano), “…ellos me dicen te quiero… Mi esposo también, él siempre está…” (41 años, rural). En ocasiones, su entorno lo demuestra con pequeños detalles que hacen sentir a estas mujeres estimadas “… mi hija siempre sube un estado… no me lo dice a mí, pero lo pone ahí… mi hijo mayor también…” (41 años, rural). También encontramos excepciones, “mi marido también me dice: y si vos sos la mujer… vos estás acá y tenés que saber todo” (44 años; urbano).

A nivel social, en cambio, en general coinciden en que no son reconocidas como personas trabajadoras; hacen referencia al machismo predominante, ya que los hombres son los que menos valoran el trabajo de las mujeres como amas de casa, “los hombres creen que es muy fácil” (37 años, urbano); “la gente es muy machista” (40 años, rural). Probablemente se considera que es una obligación que se debe asumir por el hecho de ser madre, esposa y, sobre todo, por ser mujer.

Es un trabajo invisible y solo se valora cuando está ausente, “si no estoy yo, o me van a llamar por teléfono, o lo que sea…” (31 años, urbano); “mi marido me dice… ‘nunca nos faltes porque sabés qué… nos morimos de hambre’…” (29 años, urbano).

Las amas de casa se sienten poco valoradas a nivel social y creen que una remuneración económica sería una forma de sentirse más reconocidas, “…quizá nosotras no tenemos un sueldo, pero sí trabajamos” (40 años, rural); “la mujer tiene que tener una ayuda económica porque es su trabajo” (37 años, urbano).

CONCLUSIÓN

En ambos escenarios, rural y urbano, las amas de casa reconocen su labor como trabajo propiamente dicho y se dedican a ello las 24 horas del día. Estas mujeres expresan su sentir de estar para todos, como una forma de cuidar, acompañar y proteger a su entorno, percibiéndose indispensables para sus familias, en muchas ocasiones anteponiendo las necesidades de los demás sobre las propias. Son ellas quienes se responsabilizan de la crianza de los hijos, una misión invisible que hacen diariamente sin tomar conciencia, por medio de la cual se gestan nuevos integrantes para la sociedad.

En su entorno familiar, se sienten valoradas y reconocidas, ya que son ellos quienes reciben de manera directa el fruto de su labor. Por otro lado, refieren que a nivel social no ocurre lo mismo, puesto que su trabajo no tiene valor de cambio y, por lo tanto, es muy difícil de cuantificar.

Como única diferencia pudimos observar que, en el escenario rural la red de apoyo familiar posibilita que el trabajo de las mujeres sea menos extenuante y pueda disfrutarse más.

La responsabilidad del hogar es una ocupación que todas las mujeres tienen asignada implícitamente, sin embargo nos encontramos transitando un cambio sociocultural, en el que el paradigma de considerar a las mujeres como responsables de todas las tareas del hogar se encuentra en proceso de modificación.

Tanto la sobrecarga de actividades diarias, sumadas al poco descanso, y la falta de reconocimiento social, convergen en diversos conflictos relacionados con la propia valoración, el estado de ánimo, la gestión de las emociones y en ocasiones manifestaciones físicas.

La presente investigación refleja la necesidad de las amas de casa de ser reconocidas socialmente con la misma magnitud que lo son a nivel familiar. Creemos que como Médicos de Familia, podemos intervenir en cada consulta indagando de manera activa la esfera psicosocial, su tiempo libre, actividades recreativas, realizando consejería sobre autocuidado, sus redes de apoyo, así como brindando un refuerzo positivo con el objetivo de validarlas emocionalmente, que adquieran seguridad y autoconfianza, empoderándolas, reconociendo que su trabajo es importante y valioso para toda la sociedad.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1- Soria Trujano, R; Mayen A. Depresión y hábitos de Salud en mujeres empleadas domésticas y amas de casa. Revista electrónica de Psicología Iztacala. 2017; 20 (1).

2- Vega Montiel, A. Por la visibilidad de las amas de casa: rompiendo la invisibilidad del trabajo doméstico. Mujeres y Hombres en México, México, 2005.

3- Carreño, M.; Rabazas, T. Sobre el trabajo de ama de casa. Reflexiones a partir del análisis de manuales de Economía Doméstica. Revista Complutense de Educación. Vol. 21. 2010; 55-72.

4- Guía practica para técnicos y técnicas rurales: EL DESARROLLO RURAL DESDE EL ENFOQUE DE GÉNERO. Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca - Gobierno de la Nación Arg. Disponible en: https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/el_desarrollo_rural_desde_el_enfoque_de_genero_0.pdf

5- Observatorio de violencia contra las mujeres – Ministerio de desarrollo social. Mujeres y mercado de trabajo. Encuesta Permanente de Hogares y Boletín de género. Año 2014. Disponible en: http://www.trabajo.gov.ar/downloads/cegiot/140703_brochure.pdf

6- Encuesta Permanente de Hogares y Boletín de género del Ministerio de Trabajo, Empleo y seguridad social. Indicadores más relevantes de la inserción de mujeres y los varones en el mercado de trabajo Año 2017. Disponible en: https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/informe-mujeres-mercado-trabajo.pdf

ANTACLE, A A; y COLS.

5

6

SÓLO SOY UN AMA DE CASA

ANTACLE, A A; y COLS.

7

8

SÓLO SOY UN AMA DE CASA

ANTACLE, A A; y COLS.

9

10

SÓLO SOY UN AMA DE CASA